En este blog ha quedado plasmado muchas veces la adoración que proceso a Quentin Tarantino. Un director que me parece sublime tanto en sus historias como en los detalles de sus películas. Si bien, la violencia y las conversaciones intrascendentales llevas a su máximo explendor son dos señas de identidad, Tarantino es un director que domina y moldea perfectamente todo el proceso creativo de sus películas para que el producto final solo pueda alzarse al olimpo de las obras maestras. Un ejemplo lo descubrí hace poco. Año 2003, además de un vestido amarillo calcado al de Bruce Lee, Kill Bill Vol.1 ha llevado a la categoría de mito reinventado un silbido. Desde Kill Bill Vol.1 es muy habitual escuchar esto en todas partes.
Como podéis ver, esta película nada tiene que ver con Kill Bill Vol.1, lo que acabáis de ver es una secuencia de Nervios Rotos (Twisted Nerves) una producción inglesa de 1968 a cargo de Roy Boulting. La película es un triller psicológico en el que un joven con una mente perturbada por culpa de su madre, que lo trata como un niño. Aquí podéis ver hasta donde llega el nivel de detalle de Tarantino.
Pero el detalle del maestro Quentin no termina ahí. El silbido no sería más que una de las decenas de anécdotas que Tarantino deja en sus películas si no fuera porque Nervios Rotos tiene una banda sonora confeccionada por Bernard Herrmann, el célebre compositor de secuencias como el apuñalamiento de Psicosis, la Ultimátum a la Tierra original (1951), El hombre que sabía demasiado o Taxi Driver. Es decir, la música de Kill Bill no es más que un homenaje (uno más en la franquicia) a uno de los compositores de bandas sonoras más importantes de la historia.
Genial. Tarantino siempre sacando esos pequeños detalles del mundo del cine y recopilándolos en sus propias producciones.